Las vacunas COVID-19 no contienen microchips, rastreadores o metales en las dosis como aseguran publicaciones de redes sociales. Estas acusaciones son falsas, de acuerdo con expertos entrevistados por Reuters, entidades del sector salud y los informes sobre los componentes de las inyecciones.
Usuarios en redes sociales comparten publicaciones donde se dice que las vacunas contra el COVID-19 contienen microchips o rastreadores que son introducidos a los seres humanos. En otros contenidos, se sostiene que las inmunizaciones poseen grandes cantidades de metales.
Como supuestas pruebas, personas han subido videos donde se muestra como algunos imanes parecen quedar pegados en el punto del brazo donde recibieron la dosis; pero estas afirmaciones no tienen sustento.
“El chip de nanobots viene adentro de la jeringa”, dice uno de los post que contiene información falsa, mientras que otro sostiene: “Brazo superior magnético después de la aplicación de la vacuna”.
“Estas inoculan una solución metálica”.Información falsa difundida a través de redes sociales, aseguran expertos entrevistados por Reuters.
Rastreadores dentro de las vacunas COVID-19, una noticia falsa
Andreu Comas, profesor de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí UASLP (México), aseguró a Reuters que las inyecciones pasan por varias pruebas rigurosas antes de estar disponibles para el público.
También, mencionó que los fármacos son analizados por las agencias reguladores de cada país, quienes suelen publicar sus evaluaciones que realizan sobre las dosis. “En ninguna de ellas nunca se ha detectado ningún tipo de este material”, comentó el docente, en conversación telefónica.
Como publicó Reuters, la relación entre la nanotecnología y las vacunas se limita a las partículas de lípidos que emplea la tecnología de ARN mensajero en algunas de las inmunizaciones contra el SARS-CoV-2. La empresa Acuitas Therapeutics, encargada de desarrollar este componente en el fármaco de Pfizer BioNTech, informó en noviembre del año pasado que son “vehículos de administración” diminutos que protegen la vacuna y que tienen la función de tomar el ARNm de forma segura a través del cuerpo para entregarlo a las células.
Reuters ha desmentido anteriormente publicaciones parecidas en inglés. También, desacreditó teorías infundas sobre microchips en las vacunas, que a menudo apuntan al cofundador de Microsoft, Bill Gates.
Otros contenidos alegan que las vacunas poseen microchips de identificación por radiofrecuencia, conocidos como RFID. Sin embargo, se refieren erróneamente a un posible sistema de monitoreo para las jeringas en Estados Unidos que funciona como un código de barras en las etiquetas de las vacunas. Además, Reuters informó que las agujas actuales para introducir este tipo de dispositivos en animales tienen más del doble de grosor que las empleadas en las inyecciones contra la COVID-19, y no tienen la capacidad de almacenar líquidos .
Entidades internacionales como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos CDC o la Organización Panamericana de la Salud han informado que las dosis no contienen este tipo de tecnología.
Sustancias metalicas
Ninguna de las vacunas COVID-19 aprobadas en el Reino Unido o Estados Unidos contiene ingredientes metálicos como Pfizer BioNTech, Janssen de Johnson & Johnson, Moderna o AstraZeneca. Tampoco otras inmunizaciones autorizadas en México, que son CanSino, Sinovac y Sputnik V.
Diversas inyecciones para otras enfermedades poseen pequeñas cantidades de sales de aluminio, pero desde la Universidad de Oxford afirman que son mínimas, al igual que las que se encuentran de forma natural en alimentos y el agua potable.
Comas destacó que estas sales, que pueden ser de potasio, magnesio o aluminio, actúan como adyuvantes que estimulan la respuesta inmune en el cuerpo. Sin embargo, precisó que ninguno de estos componentes es magnético y que no se pueden “agarrar con un imán porque no contienen hierro”.
“Se sabe que son seguras, están en connotación extremadamente baja. Permiten mantener estable la vacuna y que la producción de anticuerpos sea mayor”, añadió.
El profesor Michael Coey, de la Facultad de Física del Trinity College de Dublín, calificó por su parte las afirmaciones como “una completa tontería”. Anteriormente dijo a Reuters por correo electrónico que se necesitaría aproximadamente un gramo de hierro metálico para atraer y sostener un imán de forma permanente en el lugar de la inyección, algo que “sentiría fácilmente” si estuviera allí.
Incluso, si las inmunizaciones contra el SARS-CoV-2 contuvieran metales, no causarían una reacción magnética, según describen profesionales médicos de la iniciativa Meedan Health Desk: “La cantidad de metal que necesitaría para atraer a un imán es mucho más sustancial que las cantidades que podrían estar presentes en una pequeña dosis de la vacuna”.