Entre camisetas, pancartas y discursos incendiarios, algunos seguidores de Donald Trump ya lanzan una idea que desafía la Constitución: un tercer mandato presidencial.
Aunque legalmente imposible —la Enmienda 22 lo prohíbe desde 1951—, la noción de un Trump eterno ha prendido entre sus bases más fervientes, alimentada por el estilo desafiante del expresidente y sus constantes insinuaciones de fraude y persecución.
¿Es solo retórica política o el reflejo de un deseo más profundo de poder sin fin? Por ahora, es una fantasía. Pero en la política de hoy, las fantasías también hacen campaña.