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Tulum: Un Refugio de Historia y Tradición Maya

Tulum, un pintoresco pueblo que atrae a miles de visitantes cada año por sus impresionantes playas y su exuberante naturaleza, tiene una riqueza mucho más profunda que sus paisajes. Aunque su belleza natural es innegable, es la historia de Tulum la que realmente marca la diferencia, especialmente la conexión con la cultura maya, cuyas huellas siguen vivas a través de sus costumbres, creencias y tradiciones.

En el corazón de Tulum yace un legado maya que muchos aún desconocen. Más allá de ser reconocido mundialmente como un destino turístico, el pueblo se caracteriza por su profundo arraigo a la historia y sus tradiciones. Las playas y la selva, aunque espectaculares, son solo una parte del alma de este pueblo, ya que su verdadera riqueza está en el legado cultural que perdura.

Tulum es uno de los lugares de Quintana Roo que conserva santuarios dedicados a “La Cruz Parlante”, símbolo de la histórica Guerra Social Maya, también conocida como la Guerra de Castas. Esta guerra fue la resistencia del pueblo maya frente a la invasión y explotación de los colonizadores, una lucha que dejó una huella indeleble en la identidad de los mayas y, por ende, en el pueblo de Tulum.

Cada año, las familias fundadoras de Tulum celebran con fervor la misa de alborada, un rito que marca el inicio de la festividad en honor a La Santa Cruz, la Patrona del pueblo. Esta ceremonia, que se extiende durante dos semanas, refleja la devoción y el respeto de los habitantes por sus raíces mayas. Un aspecto singular de esta festividad es la siembra del árbol de chicozapote, en contraste con otras celebraciones en la región, donde se elige un ceibo. Este ritual tiene como objetivo invocar la abundancia durante la temporada de cultivo, y es realizado con esmero por las comunidades locales.

El “Matán” es otra tradición destacada, un evento en el que las familias se turnan para ofrecer comida a los visitantes, destacándose especialmente el “Relleno Negro Pibil”. Esta receta ancestral, transmitida de generación en generación, se convierte en un rito en sí misma, vinculando a los descendientes de los mayas en un acto de comunidad y hermandad.

Estas celebraciones no solo marcan el inicio de la primavera, sino que representan una ceremonia de fertilidad que conecta a los tulumnenses con su pasado y sus creencias. La importancia de estos rituales trasciende el paso del tiempo, preservando una de las tradiciones más antiguas del estado.

A través de diversas fuentes históricas, se sabe que desde la década de 1860 ya se celebraban estas festividades en Tulum, aunque de manera más modesta. En 1922, el arqueólogo Thomas Gann documentó una foto de las rezadoras mayas en el templo principal de la zona arqueológica, participando en un acto devocional en honor a La Santa Cruz. Se rumorea que fue la llegada de arqueólogos a la zona lo que hizo que los mayas se asentaran en el lugar que hoy conocemos como Tulum.

En 1958, Tulum era un pequeño poblado compuesto por chozas de madera, y el santuario más importante era el dedicado a La Santa Cruz. Este santuario, construido con pretil de piedra, era el centro de la vida religiosa del pueblo, que aún mantenía sus tradiciones ancestrales. Hoy, las generaciones actuales siguen siendo descendientes de aquellos primeros pobladores y mantienen viva la tradición de la Santa Cruz, una de las festividades más antiguas de la región, comparable solo a las celebraciones de El Cedral, en Cozumel.

Tulum no solo es un destino turístico; es un pueblo lleno de historia, tradición y una fuerte conexión con su herencia maya. Cada ritual, cada celebración, y cada detalle de su cultura son un recordatorio de que, aunque la modernidad haya llegado, el alma maya sigue viva en este rincón del mundo.

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