La guerra civil siria que enfrenta desde 2011 al régimen de Bachar al-Asad contra los insurgentes ya atrincherados en Idlib continúa y diferentes naciones extranjeras con intereses en el país árabe, como Irán, Rusia y Turquía siguen protagonizando un juego de poder sobre el terreno.
Un último importante episodio ha sido la visita de Mohammad Javad Zarif, ministro de Asuntos Exteriores iraní, a territorio sirio para entrevistarse con el presidente Al-Asad; junto con el envío de más efectivos militares turcos y la presentación en sociedad de un nuevo y potente tanque ruso para infundir miedo o respeto dentro del conflicto.
De esta forma, continúa el duelo mutuo sin tener en cuenta la difícil situación actual que se atraviesa en el mundo por la crisis sanitaria de la enfermedad COVID-19, ni el delicado momento que viven los refugiados que deja el conflicto bélico.
En este marco, el diplomático iraní Mohamad Javad Zarif efectuó este lunes una visita a Damasco en la que se reunió con el presidente sirio, Bachar al-Asad, por primera vez en un año, en plena crisis por el coronavirus y con el proceso de paz de Astaná detenido, diálogo este último que fue patrocinado por Rusia, Turquía e Irán para desbloquear el conflicto en la nación árabe.
Durante el cónclave, en el que a ambos se les pudo ver con mascarilla, hablaron de los últimos desarrollos en el proceso de Astaná y en referencia al Comité Constitucional para la redacción de una Carta Magna para Siria, sin dar detalles sobre el contenido, según un comunicado oficial de Presidencia.
En este punto, el objetivo declarado de Al-Asad y su principal aliado, la Rusia de Vladimir Putin, es acabar con la oposición insurgente, a la que acusa de acoger a importantes elementos del terrorismo yihadista, para poder llevar a cabo un proceso constituyente nacional.
El fin de la guerra
Continúa así abierto el proceso para la redacción del Comité Constitucional para la redacción de la Constitución siria, que podría poner fin a la guerra en el país y que estaba previsto que se reanudara en estos meses tras suspenderse por desacuerdos entre las partes sirias, aunque siguen paralizadas las conversaciones sin dar ningún motivo hasta el momento.
En la visita oficial, Zarif y Al-Asad discutieron «la invasión continua de Turquía en la soberanía y territorio» de Siria, ya sea por «su ocupación directa de territorios o por el aumento del número de lo que llaman puntos de observación, que son básicamente bases militares» en la provincia de Idlib, situada al noroeste de Siria y último bastión resistente opositor en el país.
Turquía se presenta ahora como gran rival del Gobierno sirio al haber ocupado importantes áreas en la zona norte, en la frontera entre Turquía y Siria; donde el país presidido por Recep Tayyip Erdogan incursionó con la excusa de perseguir a las milicias kurdas de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG, por sus siglas en turco), ya que acusa a la etnia kurda de actos terroristas en el sur del territorio otomano.
Unas YPG que, a su vez, forman parte de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), asociadas circunstancialmente con Al-Asad para echar al enemigo común turco a pesar de que estaban circunscritas a la oposición al régimen oficial sirio.
Turquía acordó hace varios meses con el Ejecutivo de Estados Unidos la creación de una zona de seguridad en la frontera turco-siria tras la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de retirar tropas del territorio sirio, lo cual dejó el camino libre a turcos y rusos para posicionarse en las zonas dejadas; significando esto además el abandono a su suerte de las FDS, que resultaron muy valiosas para EEUU de cara a vencer a Daesh hace un año, cuando cayó el sitio de Al-Baghouz. Recep Tayyip Erdogan pretendía con este trato con el gigante norteamericano la salida de los kurdos de esta área de seguridad y, también, el realojo de refugiados sirios que están en el suelo otomano. Aunque la nación norteamericana volvió a tomar posiciones por su gran interés en las zonas petroleras sirias. Así, un gran destacamento militar de Estados Unidos penetró en el noreste de Siria la primera semana de abril con el objetivo de sumar refuerzos y una ingente cantidad de suministros. El Ejército estadounidense entró en la provincia de Al-Hasaka desde el vecino Irak, dirigiéndose al distrito de Al-Malikiyah, cerca del cruce fronterizo en la región noreste de Siria y la zona noroeste del Kurdistán iraquí.
La tensión entre Ankara y Damasco es máxima, a pesar de que Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan firmaron un alto el fuego para la zona de Idlib a principios del mes de marzo. En aquel acuerdo, sin embargo, nada fue rubricado entre Turquía y Siria, que, en el fondo, no han renunciado a sus objetivos.
Por un lado, Turquía sigue persiguiendo a los elementos kurdos, a los que acusa de acciones terroristas contra sus intereses; por otro, el Ejecutivo sirio trata de recuperar el control de todo el país, a falta de derribar a los insurgentes instalados en Idlib.
En los contactos que hubo el mes pasado entre Ankara y Moscú para llegar a una solución sobre el contencioso en Siria, Vladimir Putin no accedió a la exigencia de Erdogan sobre la retirada de tropas rusas de Idlib, por lo que la problemática prosigue a pesar de que Turquía y Rusia han venido manteniendo buenas relaciones económicas y militares en los últimos tiempos (incluida la compra por parte turca del sistema ruso de defensa antiaérea S-400, algo que no fue bien visto por la OTAN).
Mientras tanto, la nación presidida por el ‘sultán’ Erdogan ha seguido desplegando destacamentos militares en Siria. Decenas de vehículos armados otomanos (con equipos militares y de logística) han entrado en las últimas fechas hacia la zona noroccidental de Idlib donde están emplazados puestos de observación turcos, como alertó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), organización radicada en Reino Unido que cuenta con una amplia red de informadores en suelo sirio.
El Observatorio señaló recientemente que hasta 2.635 vehículos militares turcos habían incursionado en Idlib desde que entró en vigor el cese al fuego apoyado por Turquía y Rusia el 5 de marzo.
Por otro lado, Irán es uno de los grandes aliados del Gobierno sirio desde el inicio del conflicto en 2011 y cuenta en el territorio con efectivos chiíes y asesores militares para apoyar a las tropas leales a Al-Asad.
Intromisión iraní
Una intromisión persa que replica el modelo de actuaciones en otros países como Irak o Líbano, donde extienden también sus tentáculos las Fuerzas Quds, división internacional de la Guardia Revolucionaria (cuerpo de élite del Ejército iraní) para imponer los intereses chiíes en Oriente Medio.
De hecho, Irán se ha posicionado en bases militares a lo largo del territorio sirio, en especial a las afueras de Damasco y en Al-Bukamal, en la frontera con Irak, y son objetivo de ataques continuos por parte de Israel, su gran enemigo regional.
Precisamente, Siria acusó este lunes a Israel de haber lanzado misiles «hostiles» contra la ciudad de Palmira, en el centro del país, el mismo día en que se ha llevado a cabo la visita de Mohammad Yavad Zarif a Al-Asad, según señaló la agencia estatal siria de noticias SANA. «Las defensas antiaéreas responden a la agresión israelí en el cielo de Palmira y derriban un número de misiles hostiles», indicó SANA, sin aportar más detalles. Hasta el momento, se desconoce si ha habido víctimas, mientras que Israel no se ha pronunciado al respecto. Los ataques israelíes suelen ser habituales en el territorio sirio, aunque en muy pocas ocasiones el Estado israelí confirma este tipo de operaciones.
Junto a Turquía y Rusia, Irán auspicia el proceso de paz de Astaná en el que incluso han ofrecido ser mediadores para resolver las diferencias entre Ankara y Damasco cuando en febrero hubo un repunte de tensión en el noroeste que se zanjó con el citado alto el fuego entre Turquía, valedor de la oposición siria, y Rusia, aliado de Damasco, implementado desde el pasado 6 de marzo.
La interrupción de las hostilidades continúa, pese a esporádicas violaciones, aunque se sigue aumentando la presión en el país sirio sin respetar la dificilísima situación actual que se vive en el mundo con la pandemia del coronavirus, que ha dejado ya más de 169.000 muertos y más de 2,4 millones de casos diagnosticados en el mundo (con tres muertos y más de 60 afectados reconocidos oficialmente en Siria). Y sin dar margen de alivio a los refugiados por la guerra civil siria, que llegan ya al número de 5,6 millones de desplazados en la región de Oriente Medio (3,6 millones acogidos en Turquía).
En este sentido, Zarif y Al-Asad criticaron, según la nota oficial de la Presidencia siria, que la pandemia del coronavirus se haya «politizado» por parte de algunos países occidentales, «liderados por Estados Unidos».
Antes de la reunión con Al-Asad, Zarif se reunió con el ministro sirio de Asuntos Exteriores, Walid al-Mualem, en la que insistieron en el «terrorismo económico impuesto a los pueblos de los dos países», sobre todo por Estados Unidos. En clara referencia a las sanciones que impuso el gigante norteamericano a Irán a cuenta de la denuncia por incumplimientos del acuerdo nuclear suscrito por estos países junto con Reino Unido, Alemania, Francia, China, Rusia y la Unión Europea (UE) en 2015 (JCPOA, por sus siglas en inglés), por el que se limitaba el programa atómico persa, sobre todo en materia armamentística. Un acuerdo del que EEUU se salió en 2018 imponiendo duros castigos a Irán. Entre las medidas sancionadoras más relevantes estaba la tenía que ver con el comercio de petróleo, principal fuente de financiación iraní, lo que golpeó duramente a la economía persa; y ante lo que el presidente Hasán Rohaní respondió amenazando con seguir tratando con su crudo y con bloquear el estrecho de Ormuz, principal zona de paso del comercio petrolero mundial.
Ataques a petroleros
Amenazas tras las cuales surgieron actos violentos contra buques cargueros en aguas del Golfo y ataques incluso a intereses petrolíferos y aeroportuarios en Arabia Saudí (gran rival de Irán y principal estandarte de la rama suní del islam, contrapuesta a la chií reivindicada por la nación iraní). Unas ofensivas de las que se responsabilizó al régimen de los ayatolás.
Desde que empezó la crisis por el coronavirus, tanto Irán como Siria han apelado insistentemente en la retirada de las sanciones económicas para poder afrontar las consecuencias de la pandemia.
Entre los detalles más llamativos de la escalada de tensión en Siria, cabe destacar que Rusia, gran aliado de Bachar al-Asad, lleva a cabo pruebas en suelo sirio del tanque T-14 Armata, el más avanzado de las Fuerzas Armadas rusas. El ministro de Industria y Comercio de Rusia, Denis Manturov, informó de este ensayo en declaraciones hechas a la cadena Rossiya.
El representante ministerial no dio detalle de las actividades realizadas por el novedoso carro blindado, pero sí confirmo su presencia en el país árabe. «Sí, estuvieron en Siria.
Los tanques fueron enviados a este país para tomar en cuenta todas las particularidades de su empleo en condiciones de combate», detalló Manturov. Estas pruebas, según el funcionario, al final contribuirán a formar la configuración final del vehículo armado. Manturov también especificó que en 2021 se introducirán los T-14 en el Ejército de Rusia.
Fuente:okdiario.com