Dak Prescott ha perdido el piso. Al menos esa era la lectura que se obtenía de los comentarios de prensa especializada y aficionados al darse a conocer que presuntamente el quarterback de los Dallas Cowboys rechazó una oferta de contrato por 5 años y 175 millones de dólares, un promedio de 35 por temporada.
Peor aún, se filtró que Prescott exigía ganar ¡45 millones! en el quinto año de contrato. Sin embargo, el insider de ESPN Adam Schefter aclaró que la diferencia entre el QB y equipo no es económica, sino de la duración del contrato.
Mientras los Cowboys estarían ofreciendo 35 millones al año por cinco temporadas, Prescott querría firmar solo por cuatro para así tener una nueva oportunidad en la agencia libre. El QB y su representación piensan que para entonces (2024) podría obtener un nuevo acuerdo partiendo de 45 millones por campaña, razón por la que se menciona esa cifra para el quinto año del pacto que ofrece Dallas.
“Pero ¿cómo se le ocurre?, ¡no los merece!”, fue el clamor casi unánime. Sin embargo, merecimientos en la cancha o no, la realidad es que Prescott tiene todas consigo para obtener el pacto que quiere.
Los QB siempre rompen el mercado
¿Recuerdan el sensacional contrato de Joe Flacco tras ganar el Super Bowl XLVII? En marzo de 2013, los Ravens recompensaron a su quarterback franquicia con un pacto por seis temporadas y 120 millones, para un promedio de 20 MDD al año, que lo convirtió en el jugador mejor pagado en la historia de la NFL.
Flacco conservó dicho récord por poco más de 50 días. Antes de finalizar abril, Aaron Rodgers lo superaba con un contrato de 22 millones por temporada. Hoy, un QB que firme por la misma cifra que Joe Cool hace apenas siete años sería el décimo octavo mejor pagado de la liga.
La clave radica en que un quarterback titular siempre podrá aspirar a romper el récord anterior o al menos quedarse cerca, incluso si no es parte de la élite. En 2017 Derek Carr fue el primer QB en firmar por 25 MDD al año, siendo rebasado casi de inmediato por Matthew Stafford, que alcanzó 27.
Jimmy Garoppolo apenas sumaba SIETE inicios en cuatro años de carrera cuando los San Francisco 49ers lo convirtieron en el mejor pagado de la historia en un contrato de 27.5 millones por temporada en febrero de 2018. Un mes después Kirk Cousins lograba un pacto garantizado de 84 millones en tres años con los Minnesota Vikings. En mayo Matt Ryan se convertía en el primer QB en alcanzar la barrera de los 30 millones al renovar con los Atlanta Falcons.
A dos años de distancia ya son seis los jugadores que han rebasado el contrato de Ryan, con Russell Wilson a la cabeza con un promedio de 35 MDD al año, que muy probablemente pronto superarán Patrick Mahomes y Deshaun Watson.
El tope salarial seguirá subiendo
De 2013 a la fecha el tope salarial de los equipos en la NFL se ha elevado a un ritmo de poco más de 10 millones de dólares por temporada, desde 123 MDD entonces a 198.2 para la venidera campaña 2020.
La expectativa es que el límite siga creciendo a un ritmo incluso mayor a partir de la renegociación de los contratos de transmisión de la liga, que expiran en 2022. Si bien este año los ingresos de la NFL podrían verse afectados por la pandemia de Covid-19, lo que reduciría el tope salarial en el corto plazo, el portal Over the Cap proyecta que para 2024 éste podría estar alrededor de los 256 millones de dólares.
En 2013, el promedio anual de los contratos de Flacco y Rodgers, los jugadores mejor pagados de la liga en ese momento, significaban aproximadamente la sexta parte del tope salarial de sus franquicias. En ese mismo rango se encuentran hoy los contratos de Wilson, Ben Roethlisberger, Rodgers, Jared Goff, Cousins y Carson Wentz.
La sexta parte de un tope de 256 MDD serían 42,7 millones. Es prácticamente una garantía que al menos un QB rebasará esa cifra incluso antes de llegar a 2024.
El ejemplo de Kirk Cousins
Por regla general, los jugadores estrella de la NFL suelen firmar contratos largos, de cinco o seis temporadas de duración. La lógica es sencilla: a mayor duración, mayor dinero garantizado y más seguridad financiera para el jugador.
Si bien los equipos asumen el riesgo de que el jugador no pueda rendir acorde a su contrato, la ventaja de estos pactos largos es que, mientras no haya una lesión o bajada de rendimiento, la estrella puede terminar resultando “barata” conforme avanza su contrato y más jugadores consiguen contratos por mayores sumas.
Prescott tiene como modelo a seguir a Cousins, otro QB seleccionado en la cuarta ronda del draft como él. Pese a que le ganó el puesto titular a Robert Griffin III, los Washington Redskins no estaban convencidos sobre ofrecerle un contrato de largo plazo y lo etiquetaron como jugador franquicia en 2016 y 2017, años en los que ganó 19.95 y 23.94 millones de dólares.
Etiquetarlo como franquicia por tercera vez habría sido demasiado costoso -34 MDD- para Washington y Cousins se fue a Minnesota en 2018. Sin embargo, en lugar de un pacto por cinco o seis años, insistió en firmar por solo tres, lo que le permitiría probar la agencia libre nuevamente en 2021.
Ya no será así, sin embargo, pues en marzo de este año firmó una extensión de dos años por 66 millones de dólares. En 2023, con 35 años de edad, Cousins podría tener una última oportunidad de lograr un contrato superior al anterior.
El camino parece claro para Prescott y otros QB estrella. Más allá del riesgo de lesión, que bajo las reglas actuales es mucho menor en su posición que en casi cualquier otra del juego, resulta mucho más redituable a largo plazo aceptar la etiqueta de jugador franquicia y firmar contratos relativamente cortos que apresurarse a obtener un pacto de larga duración que rápidamente será rebasado.