Debido a su uso en espectáculos y como mascotas los chimpancés, al igual que los humanos, pueden desarrollar trastornos mentales graves, según un estudio
Los chimpancés son una especie amenazada, pero no solo en su ecosistema natural; la caza furtiva para su uso en espectáculos o como mascotas pueden conducir a los ejemplares de esta especie (“Pan troglodytes”) a sufrir trastornos mentales graves, según un estudio de la primatóloga española Yulán Úbeda.
La científica trabajó con la Fundación Mona, un centro para la rehabilitación de simios víctimas de maltrato como artistas de circo o televisión, modelos de publicidad o mascotas, donde analizó el comportamiento de 23 chimpancés que habían vivido varios años en cautividad.
Úbeda llegó a la conclusión de que los chimpancés pueden sufrir hasta nueve trastornos mentales distintas, entre las que se encuentran el estrés postraumático, la depresión o la ansiedad.
Sin embargo, aquellos ejemplares que han vivido en libertad tienen menos probabilidad de sufrir este tipo de dolencias, en ese caso asociadas a situaciones traumáticas más concretas como la pérdida parental o la jerarquía social de la manada.
El chimpancé, del que este 14 de julio se celebra su día internacional establecido por el Instituto Jane Goodall hace solo tres años, está calificado como especie en peligro dentro de la Lista Roja que la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) elabora periódicamente para describir las amenazas para animales y plantas de todo el mundo.
La responsable de especies amenazadas de WWF España, Gemma Rodríguez, estima que a día de hoy quedan en el mundo entre 200 mil y 250 mil ejemplares de chimpancé común y entre 29 mil 500 y 50 mil individuos de bonobo (“Pan paniscus”), una subespecie caracterizada por tener las piernas más largas, los brazos más cortos y el tronco más estrecho.
Rodríguez ha explicado a Efe que estos animales no solo son cazados para su venta como mascotas, principalmente en países africanos, sino para comercializar su carne, “que es rica en proteína”, a pesar de que comparten 98 por ciento del ADN con el ser humano y pertenecen a la misma familia (“Hominidae”) y tribu (“Hominini)” taxonómicas, aunque a un género diferente: “Homo” el hombre y “Panina” el chimpancé.
Este animal habita principalmente en bosques y junglas que, según esta experta, “están condenadas a la deforestación, ya sea por la tala de árboles, para la creación de minas o debido a la actividad ganadera”.
Uno de los refugios donde pueden recuperarse de una vida de abusos y explotación en el mundo del espectáculo, la televisión o la publicidad es el Centro de Rescate de Primates Rainfer de Madrid, cuya directora de rescate y rehabilitación, Marta Bustelo, explica que al llegar pasan por un examen médico.
“Lo más habitual es que tengan enfermedades provocadas por anemias o mala nutrición”, además de problemas óseos provocados por al falta de calcio, explica.
Además, ha confirmado a Efe que la depresión y la apatía son los trastornos emocionales más comunes en los chimpancés recién llegados: “entran en un bucle de tristeza del que se ven incapaces de salir, ya que no tienen herramientas propias para hacerlo” y el objetivo de este refugio es ayudarles a vivir lo mejor posible lo que les quede de vida.
El tratamiento que se les aplica permite que vayan normalizando su existencia y “puedan adaptarse socialmente al grupo” a través de un progresivo contacto entre los distintos ejemplares.
Los cuidadores organizan encuentros que primero solo son auditivos o visuales y posteriormente incluyen el contacto físico directo y “cuando el nuevo individuo es aceptado por el grupo, es el momento de presentarle al macho dominante”, ha explicado.
Bustelo también ha precisado que su reinserción en la naturaleza es “casi imposible”, ya que se trata de animales que, al no haber desarrollado su vida de manera natural desde un principio, “son incapaces de aprender ahora a vivir por su cuenta”.