PODER Y ESTADO PERFILES

Le canté y bailé a mi hija para que no repitiera el sonido de las bombas:

Tras lograr salir de Ucrania, Silvia Mercado regresará a México y dejará atrás su hogar y a su esposo, quien se quedó en el país invadido. BUCAREST, Rumania.- Silvia Mercado, una mexicana que saldrá con su pequeña bebé de apenas un año de edad en un vuelo de la Fuerza Aérea Mexicana desde la capital de Rumania, cuenta que hizo todo lo posible para que su hija no reconociera ni repitiera los sonidos de las bombas lanzadas por el Ejército ruso sobre la ciudad de Járkov, Ucrania. “Ella ahorita tiene un año de edad y todo repite, entonces cuando ella decía ‘oi’ y repetía el sonido de la bomba; era algo que a mí me rompía el corazón, por lo que yo le cantaba y bailaba”, señala la nayarita, quien dejó atrás sus vida hecha en Járkov. “Yo no quería que creciera (mi hija) reconociendo el sonido de una bomba”, apunta la mujer, quien ha encontrado en su bebé una inspiración y un aliento para dejar el trago amargo que ha significado la invasión de su casa y su vida ya hecha.

La niña ya se ha convertido en un baluarte para está joven y más cuando recuerda que su esposo se quedó a disposición del Ejército de Ucrania.

“Su papá es ucraniano y tuvo que quedarse, eso es yo creo de lo más difícil, porque la nena sigue preguntando por papá y sigue viendo sus fotos”, dice desde la embajada de México en Rumania.

“Cuando lo ve, le da besos a las fotos, cuando hablamos por videoconferencias, pues ella sigue jugando con papá y cuando no está, pregunta”, comenta Silvia Mercado.

“Hubo un día que vimos el resplandor por la ventana, teníamos las cortinas cerradas, pero se vio el resplandor de cuando derribaron dos aviones rusos que habían atacado la escuela militar de Járkov, los derribaron y se vio un resplandor terrible”, dice.

“La niña lo vio y, vaya, fue algo que a mí me impactó mucho, y fue cuando le dijimos a Deni tenemos que salir de la ciudad”, expresa la mujer, quien a todo momento protege y cuida a su bebé.

“Denis, mi marido, decía ‘yo las voy a llevar, las voy a poner seguras’, pero no había combustible, no había forma de abandonar la ciudad y fue entonces que se contactó con un voluntario”, recuerda. Así apareció un “superhéroe” en Járkov.

“La sociedad en Ucrania es tan fuerte y son unas personas tan humanas que sin preguntarte de dónde eres, sin pedirte pasaporte, empezaron a ayudar y a rescatar, fue así como… digo, yo hice un video solicitando apoyo”, relata.

Todo el tiempo que permaneció en la embajada de México en Ucrania estuvo en comunicación y la embajadora y los empleados del Servicio Exterior Mexicano preguntaban “Silvia, ¿cómo estás? Silvia, ¿cómo sigues, cómo despertaste?”. Y yo les contestaba todavía estamos”, narra.

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