Un informe de la OMS y agencias de la ONU advierte que con la IA se corre el riesgo de heredar sesgos hacia los mayores de edad
La inteligencia artificial (IA) es cada vez más usada en las ciencias de la salud, por ejemplo en el desarrollo de fármacos o el cuidado remoto, pero en algunos casos está mostrando sesgos discriminatorios hacia las personas mayores, advierte un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El informe, que se publica tras un año de campaña de la OMS y otras agencias de la ONU contra la discriminación por edad o “edadismo”, advierte de que con la IA se corre el riesgo de heredar sesgos hacia los mayores de edad que ya existían antes en el campo sanitario.
Ello “puede perpetuar el edadismo en la sociedad y reducir la calidad de la salud y del cuidado sanitario que reciben las personas mayores”, señaló la española Vânia de la Fuente-Núñez, responsable del departamento de estudios sobre el envejecimiento de la OMS y una de las autoras del informe.
Éste denuncia, por ejemplo, que a la hora de usar grandes bases de datos (“big data“) en herramientas sanitarias basadas en algoritmos de IA se tiende a excluir información sobre los más mayores, a menudo considerados como una “minoría” cuando suelen ser los principales receptores de servicios de salud.
Estas herramientas emplean datos genómicos, imágenes radiológicas, historiales médicos y otras informaciones que pueden determinar quién recibe determinadas atenciones médicas o tratamientos, pero “pueden subrepresentar a la tercera edad”, alertó De la Fuente-Núñez.
Esta discriminación está relacionada con otra que denuncia el informe: se ofrece menor acceso a los más mayores a herramientas de recopilación de datos y otras tecnologías, lo que redunda en la menor recogida de su información para diseñar futuros servicios o tratamientos.
Ello, según la OMS, se debe a veces al prejuicio de que las personas mayores son más reacias a adoptar las nuevas tecnologías, o a que su perfil está diseñado a menudo con la vista puesta en personas jóvenes.
Debido a esta brecha digital, las tecnologías que utilizan inteligencia articial “corren riesgo de ser ineficaces u ofrecer incorrectos diagnósticos y predicciones”, subrayó la experta de la OMS.
Ante estos problemas, el informe de la organización con sede en Ginebra emite recomendaciones para reducir el edadismo de la IA con fines sanitarios, que van desde una mayor participación de los más mayores en el desarrollo de estas herramientas a invertir en que tengan un mejor acceso a los medios digitales.
Pese a estos desafíos, la OMS subraya que el desarrollo “exponencial” de la IA en materia sanitaria puede lograr grandes avances en materia de diagnósticos predictivos, respuesta a epidemias o control de la salud pública.
En la actualidad los principales usos de la IA en el subcampo de la salud geriátrica están en el desarrollo de medicinas para estos grupos de edad y en herramientas de control remoto, por ejemplo aquéllas creadas para detectar caídas o declive físico.
La inclusión de lo que la OMS comienza a denominar “gerontecnología” es vital, destacó De la Fuente-Núñez, en un mundo donde el número de personas mayores de 60 años va a duplicarse de los mil millones actuales a dos mil millones a mediados de siglo.