El Estadio Olímpico Universitario (EOU) es uno de los mayores símbolos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del deporte. Este viernes 7 de agosto se conmemoran 70 años de la colocación de la primera piedra para su edificación.
Fue construido en una parte del territorio que cubrió la lava del volcán Xitle, que en náhuatl significa “ombliguito”, y ahora es una avenida asfaltada de nombre “Insurgentes Sur”, reconocida como la más larga de América Latina.
El proyecto
De acuerdo con documentos en poder de la UNAM, el lunes 7 de agosto de 1950, al mediodía, se inició la edificación del Estadio Olímpico Universitario, a la par de los edificios de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) y de las entonces escuelas nacionales de Jurisprudencia y Economía, ahora facultades de Derecho (FD) y Economía (FE).
En esta obra participaron poco más de 10 mil obreros, y tuvo un costo de 28 millones de pesos.
El trazo, realizado por Augusto Pérez Palacios, fue resultado del análisis comparativo de diversas estructuras dedicadas a la práctica deportiva y la adopción de las teorías de Gavin Hadden, ingeniero estadunidense, para el mejor acomodo de los espectadores.
El proyecto, asignado a Pérez Palacios, junto con Raúl Salinas Moro y Jorge Bravo, comenzó con las ideas y planos en marzo de 1950, y cinco meses después se colocó la primera piedra.
Esta construcción fue un precedente a nivel mundial en el uso de nuevos insumos para la pista: el tartán, y también en instalaciones adecuadas en vestidores, baños y atención médica para los deportistas.
Territorio puma desde el principio
El 19 de octubre de 1952, se publicó el primer croquis del Estadio.
Fue la primera obra terminada del proyecto de Ciudad Universitaria, e inaugurado el 20 de noviembre de 1952, en la apertura de los II Juegos Juveniles Nacionales. La ceremonia estuvo encabezada por el entonces Presidente de México, Miguel Alemán, y por el rector en turno, Luis Garrido.
Aunque en la memoria de los universitarios y de la gente en general se recuerda como “su real inauguración”, cuando se llenó nueve días después, en la primera ocasión en que albergó el clásico de futbol americano Pumas-Poli, encuentro trepidante marcado especialmente por la voltereta que el conjunto universitario dio al marcador casi al final del juego, para salir con la victoria 20-19 sobre los guinda y blanco.
¿Cómo se construyó el Estadio Olímpico Universitario?
En su momento, el arquitecto Carlos Lazo, gerente del proyecto de construcción de Ciudad Universitaria, dijo:
“En la construcción empleamos el magnífico material que teníamos a la mano, la misma tierra en donde iba a ser levantado”.
El terreno, seleccionado por tener cierto hundimiento natural, se aprovechó para excavar y remover la roca fija, la tierra y el tepetate. Más de 100 mil metros cúbicos de estos materiales se movieron para lograr la forma proyectada.
A través de los 42 túneles de concreto armado, con una longitud de entre ocho y 60 metros, se atraviesan los terraplenes y se accede a la circulación interior, localizada en el nivel medio de las graderías.
Testigo de grandes glorias
El Estadio Olímpico Universitario forma parte del área de la UNAM declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO; ha sido escenario de las glorias de los juegos clásicos de futbol americano, y en el balompié.
También ha presenciado gestas atléticas internacionales:
- Los Juegos Deportivos Panamericanos de 1955 y 1975
- Los Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1954 y 1990
- La XIX edición de los Juegos Olímpicos
- La Universiada Mundial de 1979
- El Mundial México 1986
En este recinto se escenificó la entrega de medallas de los 200 metros planos de los Juegos Olímpicos, cuando los atletas afroamericanos Tommie Smith y John Carlos, al escuchar el himno de los Estados Unidos agacharon la cabeza y levantaron el puño enfundado en un guante negro, símbolo del movimiento Black Power.
También ha sido escenario de películas, incluso fungió como repositorio de la ayuda en especie que la sociedad donó durante sismos y desastres.
México 86: Maradona se rindió ante el estadio de CU
Alfredo Martínez Sigüenza, coordinador de Áreas Verdes y Forestación de la Dirección General de Obras y Conservación (DGOC) de la UNAM, es uno de los trabajadores que lleva casi cuatro décadas al cuidado de la parte más viva del inmueble: el césped.
“Hace 34 años era responsable de esta cancha, cuando fue el Mundial de México 86. Los preparativos iniciaron seis meses antes. El día que tuvo reconocimiento de cancha –la selección Argentina, a la postre campeona del mundo– había llovido muy fuerte; salieron los utileros a preparar los enseres para el calentamiento y les pedí que de preferencia no salieran con tachones porque había llovido e iban a aflojar el pasto.
“No me respondieron nada, y resulta que así salieron, pero fue el mismo Diego Armando Maradona quien se acercó a la cancha, prácticamente se hincó, la tocó, y fue él quien le comentó a sus compañeros: ‘¿saben qué? vayan por tenis ‘. Para mí fue una gran actitud, porque la cancha tuvo la presentación adecuada para el día siguiente y para la historia”, relató.