Aunque nunca se obligó a las personas, la población adoptó tres puntos básicos: la sana distancia, uso de cubrebocas y el lavado de manos frecuente
Ante las previsiones de que el COVID-19 permanecerá un largo tiempo en el mundo antes de hallarse una cura o se tenga una vacuna definitiva, Japón instauró un “nuevo modelo de vida” para coexistir con el virus SARS-Cov-2.
Desde su primer contagio en enero, la nación nipona acumula 67 mil 264 casos confirmados de COVID-19 y mil 264 decesos, según datos de la OMS.
Con la intención de prevenir un drástico aumento de casos, el entonces primer ministro, Shinzo Abe, declaró en abril el estado de emergencia.
Ello implicó el cierre de algunos negocios como gimnasios y salas de karaoke, así como la promoción del home office y una intensa campaña de concientización sobre el uso de cubrebocas.
También se implementó un eficaz sistema de rastreo de contactos.
Y aunque nunca se obligó a las personas, la población adoptó tres puntos básicos: mantener la sana distancia, utilizar cubrebocas y lavarse las manos con frecuencia.
Así, siete semanas después del estado de emergencia se redujo la ocupación hospitalaria por COVID-19, que en un momento superó los 10 mil pacientes, a menos de dos mil.
” A todos los que han cooperado y soportado pacientemente a través de esto, les doy las gracias de corazón”, dijo entonces Shinzo Abe.
Desde entonces la vida cotidiana en Japón cambió a una con más medidas sanitarias.
La gente mantiene una distancia entre sí de al menos dos metros, evitando lo más posible estar cara a cara con la persona con quien se hable.
De regreso a casa, las personas se lavan la cara y las manos y se cambian de ropa a fin de lavar la que utilizaron en la calle.
El ir al supermercado se ha convertido en una tarea solitaria al permitirse el ingreso únicamente a una persona por grupo o familia, en tanto que se promueven las compras en línea.
De ser necesario ir al trabajo, se pide que sea a pie o de manera individual en un vehículo. Al utilizar el transporte público no se debe hablar.
También se llama a evitar los espacios cerrados, sobre todo con una gran cantidad de gente conviviendo al mismo tiempo. En caso de querer hacer reuniones se priorizan las videoconferencias.
Un punto crucial es evaluar constantemente el estado de salud de uno mismo, a fin de que en caso de detectar síntomas de coronavirus proporcionar a las autoridades una lista de las personas con las que se tuvo contacto en las últimas horas y los lugares que se visitaron.