La Guardia Suiza, con más de 500 años de historia, es considerada el Ejército profesional más pequeño del mundo
La Guardia Suiza Pontificia es uno de los cuerpos militares más llamativos del mundo. Los turistas que visitan el Vaticano cada año miran con curiosidad a los miembros de este cuerpo, apostados con sus coloridos uniformes en distintos puntos de la Santa Sede, la mayoría sin saber su historia.
Esta corporación ha servido a los papas y vigilado el Vaticano por más de 500 años. Su historia se remonta al Renacimiento, específicamente al año 1506, cuando el papa Julio II solicitó la contratación de mercenarios suizos.
Los mercenarios suizos
Los helvéticos son un pueblo de guerra, cuyos soldados son ampliamente conocidos por su confiabilidad“, escribió el gran historiador latino Tácito sobre los guerreros suizos.
Los primeros cantones suizos, ubicados en la región de los Alpes centrales, tenían alrededor de 500 mil habitantes. Para la época el área estaba superpoblada, y la mayoría de los pobladores vivían en la pobreza.
Para muchos, la única forma de salir adelante era la migración y la ocupación más rentable era la de mercenario, muy común en la época del Renacimiento.
La pequeña federación de los cantones suizos “organizó” y gestionó a los 15 mil hombres que entonces estaban disponibles para este servicio. La administración otorgaba a las naciones el derecho de reclutar guerreros y recibía a cambio trigo, sal o condiciones comerciales favorables.
Los suizos vieron estos servicios militares como trabajos de verano. Participaban en campañas cortas a gran escala para después regresar a casa y pasar el invierno con lo que habían ganado en batalla.
Fueron catalogados como los mejores soldados de su tiempo; sin caballería y con poca artillería desarrollaron una hábil táctica de movimiento que superaba al resto de cuerpos militares.
Tales virtudes llamaron la atención del papa Julio II, quien pidió que se contratara a mercenarios suizos para su seguridad. Así, el 22 de enero de 1506 fue el día oficial en que se fundó la Guardia Suiza Pontificia, cuando 150 suizos, al mando del capitán Kaspar von Silenen, marcharon a través de la “Porta del Popolo” en Roma, donde fueron bendecidos por el sumo pontífice.
El saco de Roma
La participación más significativa de la Guardia Suiza Pontificia ocurrió el 6 de mayo de 1527, cuando 189 soldados suizos defendieron la Santa Sede de un ataque encabezado por el comandante general Carlo di Borbone.
Este ataque se registró en el marco de la Guerra de la Liga de Cognac (1526-1530) que se libró ente los dominios de los Habsburgo de Carlos V, principalmente el Sacro Imperio Romano y la España de los Habsburgo, y la Liga de Cognac, alianza que incluyó al reino de Francia, el papa Clemente VII, la República de Venecia, el reino de Inglaterra, el ducado de Milán y la República de Florencia.
Aunque el propio Carlo di Borbone murió mientras conducía la escalada de las paredes hasta la “Porta del Torrione“, lo que provocó vacilación en los invasores, al final los mercenarios españoles irrumpieron por la entrada, mientras los lansquenetes alemanes (como se llamaba a un tipo de mercenario) invadieron “Borgo Santo Spirito” y “Borgo San Pietro”.
La Guardia Pontificia se agrupó al pie del obelisco que estaba cerca del “Campo Santo Teutónico”, junto con unas pocas tropas romanas. Tras este ataque, solo 42 guardias suizos sobrevivieron, aquellos que en el último momento escoltaron al papa Clemente VII a su refugio en el Castillo de Sant’Angelo.
Por ocho días reinó la violencia y el horror en la ciudad del Vaticano. Incluso las tumbas de los papas fueron manipuladas para saquear sus tesoros.
Finalmente, Clemente VII se rindió y tuvo que pasar por duras condiciones. En cuanto a la Guardia, fue abolida y reemplazada por un grupo de 200 lansquenetes; aunque el papa logró que los sobrevivientes suizos fueran incluidos en esta nueva guardia, solo 12 aceptaron.
La Guardia Suiza actual
Actualmente, la Guardia Suiza funge como un cuerpo de seguridad en el Vaticano y es considerado el Ejército profesional más pequeño del mundo.
Para unirse a este grupo es necesario ser hombre, tener entre 19 y 30 años, contar con la ciudadanía suiza, ser católico, soltero, medir por lo menos 1.74 metros de estatura, poseer un título profesional o grado de secundaria y haber completado la escuela de reclutas del Ejército suizo.
Aunque por lo general se ve a los guardias suizos portando armas medievales, principalmente espadas y alabardas, también cuentan con entrenamiento en armas de fuego. Además, se les instruye en autodefensa, así como tácticas defensivas para guardaespaldas.
Christoph Graf, comandante de la Guardia Suiza, comentó en 2019 que el sueldo de cada elemento rondaba los mil 700 dólares mensuales (poco más de 30 mil pesos mexicanos).
A pesar de que la cifra suena atractiva, este cuerpo militar actualmente tiene problemas para encontrar nuevos miembros. Por una parte, Suiza ahora está lejos de la crisis económica que enfrentó en el Renacimiento, en aquel país los sueldos son mucho más altos y hay poco desempleo.
Además, sumado a las exigencias del Vaticano para unirse al cuerpo, cada vez hay menos jóvenes católicos dispuestos a servir en la Santa Sede.
“Es una vocación”, expresó en su momento Graf, y destacó que los soldados que llegan a la Guardia no lo hacen por dinero sino por un deseo de servir a la Iglesia Católica.
El diseño del uniforme
El uniforme de gala de la Guardia Suiza es mundialmente reconocido y se debe en gran parte al diseño realizado por el comandante Jules Repond (1910-1921), inspirado en los frescos de Raphael.
No obstante, hay uniformes de distintos colores y tipos que se utilizan de acuerdo con el rango y la ocasión. El uniforme de instrucción, completamente de color azul, se utiliza durante el entrenamiento y el trabajo nocturno; también se porta en la entrada de Sant’Anna durante la semana para evitar que el colorido uniforme de gala distraiga a los automovilistas.
Por otra parte, cuando los oficiales son invitados a eventos de gala, visten un uniforme negro inspirado en el antiguo traje de los oficiales.
Para participar en los cursos de capacitación sobre seguridad, los guardias utilizan un uniforme moderno color azul marino.
La vida diaria de un guardia suizo
Todos los días, dos tercios del personal de la Guardia Suiza hacen guardia en las entradas internas y externas del Palacio Apostólico.
Este cuerpo no solo funge como una guardia de honor sino que también mantiene el orden cada vez que el papa está en público, por ejemplo en las celebraciones litúrgicas en la Basílica de San Pedro, con el público en general, y durante las visitas al sumo pontífice por parte de jefes de Estado, así como de cancilleres y embajadores.
No obstante, la rutina de estos soldados no se limita a los deberes oficiales puesto que también acuden a sesiones informativas, marchas y prácticas de tiro.
Además, hay espacio para actividades grupales, como lo son la banda, la batería y el coro. Por otra parte, la Guardia Suiza practica deportes como futbol (en ocasiones con otros equipos del Vaticano, como el Cuerpo de Seguridad), tenis de mesa y defensa personal.
Con toda la actividad física y mental realizada por estos soldados, se necesita una cocina bien administrada para proveer a estos hombres de una alimentación adecuada; esta labor corre a cargo de las Hermanas Albertinas.
Una vez que el servicio de los guardias concluye en el Vaticano, los elementos permanecen en estrecho contacto por medio de la Asociación de Exguardianes.
Periódicamente, los exmiembros de la Guardia Suiza Pontificia realizan reuniones.
No obstante, la reunión más importante tiene lugar cada 6 de mayo, con motivo de la “Juramentación” de los nuevos reclutas. A esta ceremonia suelen acudir familiares de los Guardias en Servicio, así como muchos exguardias con sus familias.
Por Juan Pablo C. Esquivel