Por Redacción
La reciente declaración del senador estadounidense Marco Rubio, quien vinculó asesinatos en la Ciudad de México con la inestabilidad política, provocó una rápida y firme respuesta de la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum. “No se puede hacer ninguna especulación”, declaró tajante la exjefa de Gobierno capitalina, rechazando cualquier intento de relacionar la violencia con fines políticos o diplomáticos.
Más allá del cruce de declaraciones, el episodio refleja una tensión subyacente: cómo la narrativa sobre la seguridad en México se filtra en la agenda política de Estados Unidos, particularmente en tiempos electorales. Para analistas, este tipo de comentarios de figuras republicanas como Rubio no solo buscan impactar en la política migratoria y de seguridad fronteriza, sino también posicionar a México como tema de campaña.
Sheinbaum, quien representa la continuidad del proyecto de Andrés Manuel López Obrador, enfatizó que la investigación está en curso y pidió no politizar los hechos violentos. Su postura marca también una defensa de la soberanía frente a opiniones externas que, según su visión, podrían distorsionar la realidad por motivos ideológicos.
En un contexto donde la relación bilateral entre México y EE.UU. será clave en los próximos años, este tipo de intercambios ponen en evidencia los desafíos de mantener una cooperación sólida sin interferencias ni discursos que alimenten estigmas.