Por: Joaquin Pacheco Cabrera
La pregunta sobre el futuro de Quintana Roo bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum ha generado incertidumbre, aunque muchos ven en ella un matiz malicioso. La suposición de que la gobernadora Mara Lezama podría enfrentar dificultades con el gobierno federal se desdibuja ante un hecho contundente: en su segundo discurso más relevante, el primer día de su mandato, Sheinbaum anunció un ambicioso corredor turístico que conectará Cancún con Isla Blanca. Esta iniciativa, en colaboración con la gobernadora, es una señal clara de que la administración federal y estatal están alineadas en su visión para el desarrollo regional.
La inversión proyectada de 2,700 millones de pesos y la creación de más de 500 empleos a lo largo de 25 kilómetros son cifras que no pueden pasarse por alto. Este proyecto no solo representa un impulso económico significativo, sino que también tiene el potencial de transformar una zona que actualmente enfrenta desafíos de seguridad. Al mejorar la infraestructura y la seguridad en esta área, se busca atraer tanto a familias como a turistas, promoviendo un entorno donde se sientan seguros y bienvenidos.
Como decía el divo de Juárez, “lo que se ve no se juzga”, y en este contexto, lo que se escucha—es decir, las acciones concretas que se están tomando—habla por sí mismo. La colaboración entre el gobierno federal y el estatal sugiere que, lejos de ser un obstáculo, la relación puede convertirse en un catalizador para el crecimiento y la estabilidad en Quintana Roo.
Las expectativas para Quintana Roo son positivas. Con proyectos como este corredor turístico, la región está bien posicionada para seguir prosperando y enfrentar sus retos con una visión renovada y un enfoque en la seguridad y el desarrollo sostenible. Si se logran ejecutar estas iniciativas con éxito, no solo se mejorará la calidad de vida de los habitantes, sino que también se consolidará la imagen de Quintana Roo como un destino turístico de primer nivel.
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