PODER Y ESTADO PERFILES

¿Colombia merece ser la sede de la Copa Mundial Femenina de fútbol?

El país suramericano pasó de no poder integrar en su liga a un reciente equipo campeón de Copa Libertadores y recibir denuncias de acoso contra jugadoras a pretender organizar uno de los torneos deportivos más importantes del planeta

La Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) anunciará el próximo jueves la sede de la Copa Mundial Femenina de 2023. El máximo ente del fútbol mundial decidirá entre las candidaturas que presentaron en conjunto Australia y Nueva Zelanda, y la de Colombia.

El país suramericano tendría la ventaja en la votación debido al apoyo que tendría por parte de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf) y la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA).

El diario español Marca explica que en la elección hay 37 votos en juego por lo que la candidatura que logre 19 será la elegida.

Colombia, según estableció Marca, tendría los nueve votos asignados a la UEFA, los cinco de la Concacaf y los cinco de la Conmebol, con lo que llegaría a la cifra ganadora.

Pese a su favoritismo, que hablaría de un rotundo apoyo de Colombia a sus mujeres futbolistas, la realidad está marcada por los contrastes. El país no tiene una tradición en el fútbol femenino y apenas hace tres años se inauguró en el país una liga de balompié profesional disputada por mujeres.

Los reclamos por la falta de apoyo al fútbol femenino en Colombia

La ausencia de una liga de fútbol femenino profesional contrastaba con el talento natural de las deportistas, criadas en un país que se desvive por el fútbol masculino pero de resultados irregulares a nivel internacional.

Aún sin tener una liga propia, las jugadoras colombianas formadas en clubes de sus departamentos, y hasta en canchas de microfútbol municipales, lograron su clasificación a la Copa Mundial Femenina de 2011 y 2015 donde quedaron eliminadas en primera ronda y octavos de final, respectivamente.

A pulso y con apoyos puntuales, las colombianas se hicieron un lugar durante la década pasada en el fútbol mundial, dominando por las selecciones de Estados Unidos, Alemania, Japón y Brasil.

El talento afloró aún más en medio del proceso de profesionalización de los últimos años y Colombia pudo celebrar en 2018 el título del Atlético Huila en la Copa Libertadores de América, el torneo de clubes más importante a nivel internacional en Suramérica.

Pese a su talento y buenos resultados, el fútbol femenino en Colombia ha reclamado mayores apoyos, pues la situación de algunos de sus equipos es precaria.

El caso más representativo es del Atlético Huila, que anunció hace apenas dos semanas que su club femenino, el mejor de Suramérica en 2018, no podrá participar en la liga local de su país por falta de recursos.

“Hace unos días, a través de redes sociales nos dimos cuenta de unas declaraciones de Jorge Perdomo (presidente de la junta directiva del Atlético Huila) sobre la crisis que tenía el club. Algo tenían que sacrificar y vamos a ser nosotras”, expresó con tristeza Gavy Santos, capitana del equipo, al medio local GolCaracol.com.

A la situación del Huila se le suma la que vivió la selección mayor de fútbol de mujeres, que reclamaron en 2018 por retrasos en sus salarios e incluso represalias por sus declaraciones.

Recientes denuncias de acosos

A la falta de recursos para el fútbol femenino se suma un reciente episodio de denuncias de acoso sexual. Algunas integrantes de la selección Colombia sub-17 denunciaron que fueron víctimas del entrenador Didier Luna y el entonces preparador deportivo, Sigifredo Alonso.

Las denuncias tuvieron el agravante de que las mujeres futbolistas eran menores de edad.

Ante la situación se abrieron investigaciones penales contra los denunciados y la Federación Colombiana de Fútbol firmó un pacto para garantizar la protección de los niños y las mujeres en el deporte colombiano.

Con ese antecedente, la candidatura de Colombia para organizar la Copa Mundial de Fútbol sorprende en un momento donde el balompié femenino mundial reclama equidad y apoyo.

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