En un giro inesperado —pero largamente anticipado por algunos— el Instituto Nacional de Migración (INM) cambia de rostro. Francisco Garduño deja el cargo en medio de una gestión marcada por la controversia, y en su lugar entra una figura conocida del escenario político: el exgobernador de Puebla, Sergio Salomón Céspedes.
La decisión, confirmada esta semana, pone a Céspedes al frente de uno de los organismos más presionados del gobierno federal, justo en un momento de intensos flujos migratorios y bajo la lupa internacional.
¿Podrá el exmandatario poblano cambiar el rumbo de una institución señalada por su opacidad y cuestionada por su manejo de crisis humanitarias? El reto está servido.