Este 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Alzheimer y se estima que en México hay aproximadamente 900 mil personas que padecen Alzheimer esporádico, la forma más común; no obstante, esta cifra podría elevarse a un millón debido a que una cantidad importante de casos no se reportan en los sistemas de salud.
Así loafirma María del Carmen Cárdenas Aguayo, titular del Laboratorio de Reprogramación Celular y Enfermedades Crónico-Degenerativas del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM.
La especialista resalta que se tiene conocimiento de que una menor escolaridad representa mayor riesgo de desarrollo de Alzheimer. En México existe un número importante de personas con bajos niveles de estudios, lo que genera menor reserva cognitiva, término que se refiere a la acumulación de la experiencia y la estimulación de las capacidades mentales a lo largo de la vida. Si se presenta esta enfermedad las conexiones sinápticas son destruidas, y si son pocas con mayor rapidez se manifestará esta demencia.
En cambio, prosigue, si existe una reserva cognitiva puede retrasarse un poco la edad de inicio. “Lo que se sabe por los estudios que se han realizado es que si se tiene una escolaridad alta y una susceptibilidad a esa enfermedad, por lo menos sus síntomas no se van a manifestar a una edad relativamente temprana, sino por arriba de los 80 años”.
Si se considera que esta enfermedad inicia 30 años antes de que aparezcan los síntomas y en el caso de Alzheimer esporádico comienzan a partir de los 65 años de edad, “significa que desde los 35 años empiezan a formarse agregados patológicos en el cerebro, si a esa edad se modifican estilos de vida y los individuos se vuelven más saludables, con seguridad habrá un retraso en el desarrollo del padecimiento y probablemente, en caso de manifestarse la enfermedad, sería a una edad mucho más avanzada”.
Cárdenas Aguayo apunta que existe una serie de factores de riesgo para padecer la enfermedad y otros tipos de demencia, entre ellos el sedentarismo, obesidad, consumo de comida chatarra, diabetes, estrés, insomnio, depresión, alcoholismo, tabaquismo, baja escolaridad y contaminación ambiental, además de la edad, la cual es el principal factor de riesgo.
Sin embargo, tampoco implica que al llegar a esa etapa de la vida las personas desarrollen Alzheimer. Se puede envejecer de manera saludable al conservar buenos hábitos que promuevan la actividad cognitiva, así como un adecuado estilo de vida y cuidado de la salud mental.
Alzheimer a nivel mundial
A nivel mundial existen 35 millones de personas con este padecimiento, cifra que se duplicará cada 20 años; es decir, se espera que para 2030 haya 65.7 millones casos y poco más de 115 millones para 2050, de acuerdo con el organismo internacional Alzheimer’s Disease International.
El número de casos podría ser mayor en el futuro cercano debido a la pandemia de la COVID-19, toda vez que los adultos mayores de 65 años que padecieron formas graves, tienen mayor probabilidad de desarrollar una demencia tipo Alzheimer, porque el virus SARS-CoV-2 puede afectar el sistema nervioso provocando inflamación, la cual está relacionada con la neurodegeneración.
Cárdenas Aguayo explica que 70% de las demencias son del tipo Alzheimer, caracterizadas por el deterioro cognitivo que va menguando la calidad de vida del paciente, y lo hacen dependiente de un cuidador.
La especialista precisa que en más de 99% de los casos son del tipo esporádico, no tienen un componente genético y suele aparecer a partir de los 65 años de edad con afectación progresiva y sólo uno por ciento es considerado de tipo familiar o genético, se presenta de los 35 a 40 años, y suele ser más agresiva.
Entre los indicadores de los síntomas cognitivos se encuentran las alteraciones en la memoria y en el lenguaje. Los primeros se caracterizan por la presencia de olvidos frecuentes, pérdida de objetos o su colocación en lugares inadecuados, repetición de preguntas e historias.
Lo anterior se debe a que la región cerebral que está afectada es el hipocampo, área responsable del aprendizaje y la memoria a corto plazo, encargada de elaborar y almacenar nueva información.